¿Por qué Noruega lidera la venta de coches eléctricos? Lecciones para una movilidad sostenible
Los coches eléctricos están marcando un antes y un después en la movilidad sostenible, y Noruega ha logrado convertirse en el mejor ejemplo de esta transformación. En poco más de una década, pasó de un tímido 3% de ventas en 2012 a un impresionante 89% en 2024. ¿Cómo lo ha logrado? Gracias a una estrategia que combina incentivos para el usuario, tecnología avanzada, restricciones a los vehículos de combustión y una infraestructura sólida de recarga.
Mientras tanto, en España, las ventas de coches eléctricos son mucho más bajas. Por eso, es momento de preguntarnos: ¿Qué está haciendo Noruega que otros países, incluido el nuestro, podrían aprender?
Incentivos fiscales
En Noruega, comprar un coche eléctrico no solo es una opción más ecológica, sino también una elección financieramente inteligente. Esto se debe a:
- Exención de IVA y otros impuestos: Los compradores de coches eléctricos no pagan el IVA, lo que supone un ahorro importante. Mientras que los vehículos de combustión enfrentan tasas que encarecen considerablemente su precio.
- Subvenciones a la compra: Ayudas económicas directas que facilitan la adquisición de vehículos eléctricos.
- Peajes gratuitos y aparcamiento reducido: Los coches eléctricos no solo son más baratos de comprar, sino que también son más económicos de mantener día a día, gracias a la gratuidad o descuentos en peajes y parkings.
En comparación, España ofrece incentivos limitados, como el Plan Moves, pero su alcance es limitado y, a menudo, implica trámites complicados que desaniman a los interesados.
Desincentivos para los coches de combustión
Mientras premian a quienes optan por una movilidad sostenible, Noruega desincentiva activamente los vehículos de combustión con:
- Impuestos altos al diésel y gasolina: Estos combustibles son mucho más caros, lo que desincentiva su uso.
- Restricciones en las ciudades: Muchas ciudades imponen tarifas elevadas o prohíben el acceso a vehículos contaminantes.
En España, las medidas en contra de los coches de combustión son más suaves. Aunque existen zonas de bajas emisiones en algunas ciudades, los impuestos al combustible no generan el mismo impacto que en Noruega.
Avances tecnológicos y nuevos modelos
La evolución tecnológica ha juago un papel fundamental. Los fabricantes han respondido al mercado noruego con una amplia gama de modelos eléctricos, desde vehículos compactos hasta SUV de lujo, ofreciendo opciones para todo tipo de usuario.
Además, las mejoras en baterías, autonomía y tiempos de carga han eliminado muchas de las barreras iniciales, dando confianza al comprador.
En España, la oferta sigue siendo más limitada, especialmente en modelos asequibles, lo que deja fuera a muchos potenciales compradores que buscan alternativas sostenibles pero económicas.
Sólida infraestructura de recarga
Si hay algo que Noruega ha hecho bien desde el principio, es asegurarse de que cargar un coche eléctrico sea tan sencillo como llenar un depósito de gasolina. Desde 2012, el gobierno ha invertido intensamente en estaciones de carga rápida, incluso en zonas rurales, garantizando una experiencia sin preocupaciones.
En cambio, España está rezagada en este aspecto. La infraestructura de carga es escasa y mal distribuida, concentrándose principalmente en grandes ciudades y dejando a las áreas rurales y muchas autopistas desatendidas.
Lecciones para la movilidad sostenible
El éxito de Noruega en la adopción de coches eléctricos no es casualidad. Han apostado por políticas coherentes que hacen que optar por un coche eléctrico sea la opción más lógica, tanto económica como práctica.
Otros países, como España, pueden aprender importantes lecciones:
- Hacer que los incentivos fiscales sean más accesibles y fáciles de gestionar.
- Invertir en una red de recarga amplia y bien distribuida, incluyendo áreas rurales.
- Endurecer las restricciones para los vehículos contaminantes.
- Fomentar la colaboración con fabricantes para ofrecer más modelos asequibles.
En definitiva, no se trata solo de tecnología o economía, sino de tener una visión clara y un compromiso real con la sostenibilidad. Solo así podremos acercarnos a un futuro en el que los coches eléctricos sean la norma y no la excepción.
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