Tratamiento de aguas pluviales
Existen tres opciones diferentes de reciclaje de agua en el hogar.
Se pueden reciclar las aguas grises —provenientes de lavabos y duchas, las aguas negras —provenientes de la cloaca y la cocina—, y se puede aprovechar así mismo el agua de lluvia que cae sobre nuestro tejado. A esto se le denomina tratamiento de aguas pluviales.
El tratamiento de este tipo de aguas difiere bastante entre sí, aunque lo que tienen en común es que necesitan circuitos hidráulicos separados dentro de la casa.
Normalmente, plantearse este tipo de instalación es recomendable antes de la construcción de la casa, dada la obra que requiere la construcción de estos diferentes circuitos.
Muchos se interesan únicamente por un sólo tipo de reciclaje, puesto que el volumen de agua que generarían entre los tres superaría la demanda de agua en los usos que se le da a este recurso.
El tratamiento de estas aguas no genera agua potable, cuya consecución sería más compleja; por eso se aprovecha mayormente para limpiezas —suelos, coche, lavadora, etc.—, o para regar el jardín.
De hecho, la FAO recomienda el uso de aguas negras recicladas precisamente para regar el jardín, dado que el tratamiento de las mismas las higieniza, pero no elimina los fosfatos y nitratos, que son la base de los abonos.
Reciclar el agua usada es una de las mejores opciones para reducir costes en el hogar, y sobre todo, para tener un consumo sostenible del agua.
Reutilizando las aguas grises, residuales o las de lluvia, ahorramos miles de litros de agua potable al año, puesto que utilizamos el agua reciclada para todos aquellos usos en los que no es indispensable el agua potable. Es decir, todos, menos cocinar, beber y ducharnos.
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