Calefacción radiante
No es una forma de producción de la calefacción, sino de distribución de la misma. Consiste en que un suelo bajo el cual discurre un sistema de tuberías que transmite la calefacción, en lugar de usar radiadores. También existen el techo y paredes radiantes, como sistemas de distribución de calefacción.
La calefacción radiante se basa en la radiación como sistema transmisor del calor, frente a la convección, que es el sistema que usa la mayor parte de los sistemas de calefacción.
La convección consiste en calentar el aire para que el aire nos caliente a nosotros. Esto funciona, aunque el sistema no esté emitiendo aire, como en el caso de los radiadores. El principal problema de este sistema, más agudizado en locales de techos altos, tales como los centros comerciales, es que el aire caliente tiende a ir hacia arriba.
En algunos países europeos fríos, como Alemania u Holanda, utilizan la calefacción radiante desde finales de los años 50.
La calefacción radiante consiste en que la mayor parte del calor no se emite directamente como calor, sino como radiación infrarroja. Esto se consigue aumentando la superficie de emisión del calor, de forma automática, pues responde a una ley física.
De esta forma, la calefacción por radiación utiliza el suelo, el techo o pared como sistemas radiantes. No es peligroso en absoluto para la salud, e incluso es positivo, dado que, al no mover aire, es especialmente recomendable para gente que tiene alergia al polen o al polvo.
El suelo, techo o pared radiantes también son recomendables para lugares donde hay niños, porque se evita el peligro de que se golpeen contra los bordes de los radiadores. El suelo radiante es especialmente recomendable para el caso de los niños, que tienen tanta tendencia a tirarse por el suelo.
Este sistema es altamente eficiente, dado que, para funcionar, no necesita temperaturas tan elevadas como los radiadores. Es suficiente con enviarles el agua a unos 45 °C, frente a los 70 °C de los radiadores convencionales. Queda claro el ahorro económico que conlleva una temperatura tan baja, que ofrece el mismo confort de temperatura.
Pasemos ahora al único inconveniente: el suelo radiante está formado por un sistema de tuberías que transcurre bajo el suelo, lo cual quiere decir que hay que levantar el suelo para poder instalarlo. Por este motivo, solo resulta rentable cuando lo instalamos de obra, al construir la casa, o cuando hacemos una reforma de la casa que implique levantar el suelo.
Si queremos disfrutar de las ventajas de la calefacción radiante, pero no vamos a levantar el suelo solo para ponerla, podemos decidirnos por el techo radiante, que ofrece las mismas ventajas, pero con la diferencia de que, al ir por el techo, requiere de mucha menos obra civil, y se puede hacer en cualquier momento.
Puede parecer un sinsentido colocar la calefacción en el techo, pero debemos recordar que el problema se presenta únicamente cuando utilizamos aire para calentar, lo cual no es el caso de la calefacción radiante, porque los infrarrojos se convierten en calor solo cuando alcanzan cuerpos sólidos.
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